Seguramente
todos los que leáis este artículo usareis en vuestros ordenadores
Microsoft Office. La mayoría usareis una versión pirateada o
craqueada. Y la mayoría lo usareis para poco más que escribir un
texto o manejar una hoja de cálculo con cuatro formulas. Muchos, me
atrevo a decir, que solo lo usáis para visualizar los PPS
(presentaciones de PowerPoint) que os mandan por correo.
Antes yo usaba la suite ofimática de Microsoft como
cualquiera de vosotros. Escribía textos y hacia pequeñas hojas de
cálculo para llevar las horas acumuladas al día (esto era antes de
crear el programa). Y como la mayoría de vosotros, usaba Microsoft
Office con un crack que me evitaba pagar por una licencia de uso.
Pero desde hace algún tiempo (unos cuantos años), me
pasé a una suite ofimática de código abierto, la cual era
completamente gratuita. Esta era OpenOffice. Tras unos años, la
suite ofimática cambio de manos, lo que provocó que los
desarrolladores más concienciados con el “Open Source” (software
libre) pusieran en marcha su propia versión, llamada LibreOffice.
Ambas tienen las mismas características y la verdad es que usar una
u otra es más una cuestión de gusto. Yo he probado las dos y he
decidido quedarme con OpenOffice (que ahora pertenece a la Apache
Software Foundation) por que me parece que rinde algo mejor en mi
equipo, aunque la diferencia es mínima.
Ambas suites cuentan con los mismos programas, y estoy
seguro que ambas evolucionarán de forma paralela.
No voy a negar que, en parte, me siento mejor por usar
un programa de código abierto en vez de uno comercial. Más teniendo
en cuenta que yo soy un programador de código abierto (aunque sólo
sea de manera amateur). Sin embargo, el cambio se debió más a los
problemas de seguridad que me ocasionaba el crack que me “liberaba”
Microsoft Office y el elevado rendimiento que demandaba la suite de
Microsoft, en comparación con OpenOffice.
A estas alturas, os preguntareis qué pasa con los
documentos de Microsoft Office que ya tenía y con los que pueda
recibir por correo o bajados de Internet. Pues bien. No pasa nada.
OpenOffice me los abre sin ningún tipo de problema. Si que tarda más
en abrirlos que un documento normal, puesto que debe convertirlos
previamente, pero después todo es lo mismo.
OpenOffice utiliza el formato OpenDocument para guardar
los archivos de texto, hojas de cálculo, etc. Este formato (como no)
es un formato de código abierto. Esto implica que nuestros
documentos serán compatibles con todos los programas que adopten
este formato. Poco a poco, todos lo van adoptando. No estoy seguro si
Microsoft ya lo hace, pero con el tiempo lo hará, aunque solo sea
por compatibilidad. Esto tampoco será un problema, ya que OpenOffice
puede guardar los documentos en formato Microsoft Office.
También podemos exportar los documentos al formato PDF
directamente desde OpenOffice. Esto nos permite distribuir nuestros
documentos a cualquier persona, ya que PDF se está convirtiendo en
un standard de intercambio de documentos.
Quizás lo que más nos eche para atrás a la hora de
cambiar nuestra suite ofimática es el aprendizaje de un nuevo
programa. La verdad es que esto no es un problema, ya que OpenOffice
es muy similar a Microsoft Office en cuanto al uso. Bueno, esto ya no
es así desde la versión 2007, pero en esencia, muy poco a cambiado
y tardaremos muy poco en acostumbrarnos al cambio.
Yo, la verdad, estoy muy cómodo con el cambio. No echo
de menos a Microsoft. Mis documentos puedo editarlos tanto en Windows
como en Linux con el mismo programa (OpenOffice tiene versiones para
casi todos los sistemas operativos). Hay infinidad de blogs y foros
donde encontrar información útil, plantillas, trucos, etc. Y hasta
hoy no he encontrado nada que no pueda hacer con OpenOffice.
Como ejemplo, deciros que los manuales de Quattro que
podéis encontrar en este blog los he escrito usando Writer de
OpenOffice (el equivalente a Word en Microsoft Office).
Saludos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario